CONSEJOS RESPONSABLES PARA PRINCIPIANTES
ANTES DE ENDEUDARSE ANALIZE BIEN SI REALMENTE PUEDE PAGAR
¡Compra ahora, paga después! En estos tiempos ése es quizás el principal mandamiento que cada vez más peruanos acatan sin pensarlo mucho, gracias a las famosas tarjetas de crédito. Aquí algunos consejos básicos para la impresionante cantidad de nuevos tarjetahabientes que reciben su plástico por primera vez.
Las tarjetas de crédito pueden ofrecer varias ventajas; sin embargo, estas ventajas pueden palidecer frente a los problemas que se generan cuando este producto se lo utiliza sin la información y sin la educación financiera suficientes y, por supuesto, sin haber leído detenidamente toda la letra chiquita que nuestra libérrima regulación financiera continúa permitiendo. ¡Mucho cuidado! Aún si tratamos de ser lo suficientemente cautos, igual puede irnos muy mal… aquí repasamos algunas de sus (des)ventajas para los principiantes.
Pagar las compras usando una tarjeta de crédito será ventajoso si se la paga siempre en la modalidad “al contado”, es decir, si el tarjetahabiente paga “todo” lo consumido en una sola cuota a los pocos días del cierre de facturación mensual, usualmente algunos días después que llega el estado de cuenta. En este caso no se pagará interés alguno, sino sólo los portes, aunque ya es posible “negociar” con muchos emisores de tarjetas que no se nos cobren tales portes si uno no utiliza la tarjeta. En algunos casos inclusive no se pagan los portes si a pesar de usarla se efectúa el pago total de consumos antes de la fecha de facturación. Normalmente se puede pagar hasta 15 días después de la fecha de facturación, de modo que algunas compras se pagan 15 días después y, en el extremo, otras se pagan hasta 45 días después de efectuadas.
En cambio, cuando se paga la tarjeta de crédito en la modalidad “al crédito”, de manera revolvente, el tarjetahabiente, su titular, puede pagar un monto mensual menor cualquiera siempre que ese monto sea superior al “pago mínimo”. Pero ojo, cuando el dueño sistemáticamente sólo paga el monto mínimo permitido por la tarjeta, en el extremo puede que “nunca” acabe de pagar la deuda y todo el tiempo pagará intereses. La deuda original, si no hay más consumos, irá decreciendo dependiendo del número de partes en las cuales el sistema de manejo del emisor de la tarjeta fraccione el saldo de la deuda. Actualmente hay tarjetas sólo cobran la treinta y seisava parte (1/36) de la deuda más los intereses y comisiones respectivos. Si se pagó el mínimo, el mes siguiente el saldo vuelve a ser repartido en treinta y seis partes. Es decir, siempre deja por pagar las otras treinta y cinco treinta y seisavas (35/36) partes del saldo de cada mes.
Por otro lado, si bien sus promotores le suelen atribuir como ventaja su conveniencia y seguridad para pagar porque no hay que llevar chequera ni grandes sumas de efectivo cuando se va de compras, esta ventaja también la tienen otros instrumentos como la tarjeta de débito. Sin embargo, el otro lado de la moneda aparece cuando el titular extravía la tarjeta de crédito, o se la roban, y no se la bloquea a tiempo. En el caso de una tarjeta de débito, en el extremo uno puede llegar a perder todo lo que tenga en sus cuentas de depósito relacionadas (cuentas corrientes, libretas de ahorros). No obstante, en el caso de una tarjeta de crédito uno pierde ¡lo que aún no tiene! Inclusive se han dado casos en los cuales los delincuentes ligados a determinadas mafias han logrado gastar muchísimo más que lo que supuestamente permite gastar el tope de la línea de crédito aprobada (y luego el emisor de la tarjeta ha tratado de cobrárselo todo al dueño de la tarjeta como si se lo hubiera gastado él).
En el extranjero las tarjetas de crédito suelen tener una amplia aceptación en casi todos los establecimientos comerciales, aunque en el Perú no siempre ocurre lo mismo. En general, los emisores de las tarjetas les cobran a los establecimientos una comisión cada vez que se las usa para comprar, pero en el Perú en algunos casos esta comisión es relativamente bastante alta, la cual varía según la “negociación” efectuada por cada establecimiento (entre 5% y 10% o más en el caso de establecimientos con poco poder de negociación). Ello hace que a veces el precio de venta con tarjeta de crédito sea más alto que el precio de venta con efectivo. Esta diferencia sólo es permitida si el establecimiento lo anuncia por anticipado, si no, está obligado a no incrementar sus precios, a menos que quiera perder la afiliación a dicha tarjeta luego de ser denunciado con el emisor de la tarjeta.
Asimismo, cuando se viaja al extranjero sólo algunas tarjetas proporcionan asistencia de viaje, seguro de vida por accidente y seguro de automóviles; sin embargo, pese a que cuando uno contrató la tarjeta puede haber tenido esos beneficios, ¡eso no asegura que ese valor agregado siga existiendo posteriormente! El titular debe verificar con el emisor de la tarjeta la vigencia de estos beneficios cada vez que los piensa usar, al comprar los billetes de avión o al alquilar un vehículo. De hecho, hay algunas empresas de alquiler en el Perú que no aceptan el seguro de auto que ofrece gratuitamente la tarjeta porque estas empresas venden sus “propios seguros”, con lo cual incrementan los precios bajos que dicen cobrar por el alquiler de vehículos.
Por otro lado, usualmente las tarjetas “clásicas” ofrecen menos beneficios que las tarjetas “oro” o las “platinium”. Estas últimas tarjetas suelen estar reservadas para las personas con más altos ingresos y con mayor capacidad crediticia, pero nada es gratis. A veces pueden tener tasas de interés menores, pero casi siempre son más altos sus costos de mantenimiento, seguros y portes mensuales. Además, las cuotas de membresía o mantenimiento anual también son mayores, pero en general estos costos son “negociables” con el emisor de la tarjeta. El titular tendrá una “capacidad de negociación” mayor si la tarjeta la usa “al contado”, pues, saben que es más fácil devolverles la tarjeta sino no dejan de cobrar estos sobrecostos.
Además de que las tarjetas de crédito permiten comprar a pesar de no tener liquidez en ese momento, también a través de sus estados de cuenta crean un registro de compras mensual, aunque este atributo también lo tienen algunas tarjetas de débito a través de los estados de cuenta de sus cuentas relacionadas. Inclusive, en algunos casos, las tarjetas tienen un programa de fidelidad por medio del cual se acumulan puntos que luego pueden canjearse por diversos productos.
En los mejores programas de fidelidad asociados algunas tarjetas de crédito, los puntos no vencen y se pueden usar como efectivo para canjear por cualquier cosa de las tiendas afiliadas. En los programas más pobres, los puntos vencen y sólo pueden canjearse por un número limitado de productos. Usualmente el emisor de tarjeta abona puntos por el equivalente al 1% de las compras efectuadas, es decir, 1 punto por cada sol o 1 punto por cada dólar de consumo. Luego el tarjetahabiente puede canjear productos cuyo valor equivale a 1 sol o 1 dólar por cada 100 puntos acumulados respectivamente. Sin embargo, últimamente se viene observando una fuerte “inflación de puntos” en los varios de estos programas, es decir, ¡cada vez se requieren más puntos para canjear por los mismos productos!
Cuando se usan las tarjetas de crédito el costo de los productos es mayor si no se paga “al contado”, debido a los altos intereses, muchas veces impredecibles, a los cargos de financiamiento y a las comisiones adicionales. Otra desventaja fuerte son las grandes dificultades económicas que pueden surgir si su dueño (o los que tienen tarjetas adicionales relacionadas a la tarjeta del titular) pierde el control de cuanto gasta cada mes. De hecho, muchas personas se vuelven mucho menos exigentes con los precios si tienen una tarjeta a la mano y se vuelven presas fáciles de “las compras por impulso”, adquiriendo productos que luego no utiliza o no necesita. A nivel agregado el desbordante y exagerado acceso al crédito en el Perú tiene buena responsabilidad en la evolución de muchos precios al alza, generando inflación, aún cuando los costos no han subido en la misma proporción.
El óptimo para el titular de la tarjeta es pagar todo “al contado”, en una sola cuota. En cambio si se va a usar “al crédito”, el segundo óptimo es no usar la misma tarjeta para gastos que sí deben pagarse al contado, como los gastos de diario. En tales casos es mejor usar otra tarjeta pagarla “al contado”. De lo contrario, se pagan innecesariamente más intereses. Al principio se logrará vivir una falsa realidad presente a costa una impagable realidad futura.
Por otro lado, en varias tarjetas de crédito se puede disponer de efectivo: ¡cuidado! Esta facilidad es más costosa y en realidad es un producto independiente a la tarjeta de crédito tradicional. La disposición de efectivo genera intereses desde el primer día, así se pague “al contado”, no como las compras, además también está afecta a comisiones adicionales. Este atributo, la disposición de efectivo, puede ser más un peligro que una facilidad, tanto cuando se extravía o la roban como cuando el dueño se siente tentado a usarla para salir de un apuro que seguramente tenía una mejor solución. Actualmente este producto relacionado puede ser deshabilitarlo o restringido.
También hay una serie de sobrecostos en los que se pueden incurrir por no usar las tarjetas de acuerdo a las reglas establecidas por cada emisor de tarjeta. Además de las antes indicadas que a veces se pueden evitar intentando devolver la tarjeta (“negociando”), algunos emisores cobran comisiones por solicitarla duplicados o tarjetas adicionales, cobran comisiones por retrasarse en el pago y caer en mora, cobran comisiones por exceder el límite de la línea otorgada, etc. Algunos inclusive suben la tasa de interés por no usarla lo suficiente. Como un campo minado… pero, tranquilo, se supone que todas estas reglas están en las letras chiquitas, las cuales en el Perú pueden cambiar con un simple aviso previo de 30 días, sin importar si el titular está de acuerdo o no con el cambio y los nuevos costos que involucren.
Finalmente, desde hace unos 4 o 5 años en el Perú, a raíz de la competencia iniciada por las tiendas por departamentos, casi todas las tarjetas de crédito también funcionan como una “tarjeta de créditos personales”, es decir, para obtener “créditos en cuotas”. Antes, cuando alguien quería adquirir algún bien o servicio al crédito, debía llenar una solicitud de crédito para pagar en cuotas mensuales iguales y se debía hacer el trámite cada vez que se quería un crédito, ya sea para viajar de vacaciones, para adquirir un televisor, para pagar la matrícula escolar, etc. Ahora ya no es necesario tanto papeleo.
Originalmente, las tiendas comerciales desarrollaron "tarjetas" que permitían a sus titulares tomar múltiples “créditos en cuotas” en sus propias tiendas, mientras no excedieran un determinado monto máximo que se supone calificaban. Por ello, dichas “tarjetas” no eran “tarjetas de crédito” propiamente dichas porque sólo funcionaban para comprar en las mismas tiendas que las emitían y servían para pagar “en cuotas” cada compra que se había hecho, las mismas que inclusive podían tener tasas de interés distintas. No obstante, esto sentó las bases de un excelente producto que permite programar los flujos de caja mensuales de la gente de a pie. De hecho, la posterior generación de economías de escala permitió que a través de dichas "tarjetas" se dieran créditos personales por montos mínimos que antes no se podían dar porque no justificaban ser evaluados. Así, para no perder mercado, este producto luego fue copiado por las emisoras de tarjetas de crédito bancarias tradicionales.
Actualmente casi todas las tarjetas de crédito tradicionales tienen incorporada, paralelamente, al igual que la disposición de efectivo, la función de ser también tarjetas de créditos personales para “comprar en cuotas”. Inclusive algunas de las “tarjetas de créditos personales” de las casas comerciales se han convertido en “tarjetas de crédito” para poder competir y se han afiliado a una de las principales franquicias ya existentes (visa, mastercard, amex, dinners). O sea que la guerra es de todos contra todos. El único detalle es que, ojo, muchos de los emisores de tarjetas cobran tasas de interés mucho mayores por usar la tarjeta de crédito para compra “en cuotas” que para comprar “al crédito”.
Un último consejo, no debe olvidarse que luego de llegado el estado de cuenta de la tarjeta de crédito, o de la tarjeta de créditos, el titular tiene 30 días para manifestar por escrito su disconformidad con cualquier consumo no efectuado o no reconocido, para reclamar por los intereses mal calculados o por el cobro de comisiones que no corresponden. Los reclamos se deben hacer al emisor de la tarjeta y en caso de no estar conformes con la respuesta se pueden dirigir al INDECOPI en todos los casos, sean tarjetas de crédito bancarias o no.
Desgraciadamente la legislación peruana sigue permitiendo no saber qué tasa de interés efectiva se cobran en muchas de dichas tarjetas. La mayoría de ellas dice cobrar, por ejemplo, tasas entre 16% y 46%. Sin embargo, si se tiene suerte, llamando por teléfono al dueño le pueden decir qué tasa de interés le cobran por usarla “al crédito”, qué tasa de interés por usarla “por disposición en efectivo” y qué tasa de interés por usarla “en cuotas”. Una tasa de interés razonable no debiera superar el 24% de tasa de interés efectiva anual. Si es más alta hay que “negociar su reducción” o trasladar la deuda a otra tarjeta. En muchos países con niveles de inflación similares a los que se tienen en el Perú, una tasa de interés mayor al 30% anual es considerada de usura excesiva. ¡Suerte!
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